Me encantan los rastrillos, las ferias de antigüedades, los mercadillos de segunda mano, buscar entre los miles de objetos, descubrir pequeños “tesoros” que pueden tener otra vida, conocer herramientas de gremios que ya no se utilizan, sorprenderme con una pieza que me enamora .. por eso en cuanto podemos hacemos una escapada al sur de Francia, donde hay unos mercadillos de segunda mano geniales.
Hace unas semanas fuimos en busca de algunos muebles para un proyecto que nos han encargado y encontré esta preciosa colección de platos de porcelana que representan las cuatro estaciones. Me parecen preciosos, son de una porcelana finísima, ideales para servir pero también me encantan para colgar en la pared del office o del comedor. No quería dejar pasar la ocasión de mostraros este botín de mi último viaje.

Entre otras adquisiciones, que ya os iré mostrando, cogimos este escabel que nos pareció original por tener un pequeño cajóncito. Estaba desencolado y con la tapicería estropeada pero no tenía carcoma, uno de los grandes enemigos de los muebles de madera. Os enseño como lo hemos hecho para que os animéis a dar una nueva vida a sillas, taburetes o cualquier otro asiento

Lo primero es quitar toda la vieja tapicería, comprobar como está la parte que no se ve debajo del tapizado, encolar las partes desajustadas y preparar la madera para pintarla. Escogimos una pintura de tiza en blanco antiguo.

Pusimos gomaespuma nueva pegando con cola de contacto y encima grapamos el retor blanco.

Para darle un toque actual y divertido decidimos tapizar el escabel con tela de un saco de café, buscando que quedasen centradas las letras y aprovechar al máximo el dibujo que tiene estampado.

Para que la tela no se mueva debéis sujetarla con husones o alfileres, fijad primero con una grapa en el centro de uno de los laterales y después justo en el lado contrario. Así en los cuatro lados, después ir grapando a todo lo largo, dejando las esquinas para el final.

Las esquinas es lo más delicado, hay que hacer bien los pliegues, recortar los sobrantes de tela y volver los bordes hacia dentro. Para rematar el tapizado podéis utilizar pasamanerías, cordones, cintas o tachuelas que son las que hemos escogido en esta ocasión.

Con el cajón hemos seguido los mismos paso para tapizarlo y hemos cambiado el tirador por uno de flores de nácar para conseguir un marcado contraste con el punto industrial del saco y las tachuelas. Por último hemos pasado una suave lana de acero para dejar suave la pintura de las patas y hemos encerado para darle un acabado profesional.

La elección de la tela de tapizado es importante dependiendo de si queréis combinar con el resto de los muebles o conseguir un contraste. A mi me parece divertido y sorprendente introducir algo inesperado, además este tipo de arpillera es una tendencia que podemos incluir en pequeñas dosis.

No perdáis la ocasión de visitar los rastrillos y ferias de artículos de segunda mano, seguro que encontráis alguna pieza que os inspire y podáis dar una segunda vida.